Vistazo Crítico 93: La Cosa Nostra… de fin de año.

Por estos días navideños, en Esfera Pública comienza a sentirse ese ambiente familiar que tanta falta nos estaba haciendo y que estaba tan de moda hace algunos años: un aroma a natilla, buñuelos, galletitas, vinillo azucarado, silencios, aplausos, elogios, auto-elogios y cartas lambonas inundan la página de inicio de este magnífico espacio público que se maneja, sin embargo, con las reglas de toda FAMILIA. Este ambiente familiar, como todo ambiente tradicional, tiene su propio abolengo y este se auto-evidencia luego de las zancadillas, puntapiés, codazos y otras ramplonadas que obstaculizan, vetan e impiden oír otras voces que no pertenezcan a tan ilustre casta.

Todo ello sucede  mientras los regalos se amontonan bajo el árbol de navidad y bajo la mirada cómplice del gordo barbudo que ríe vestido de rojo,  mientras ve como se prepara la quema del año viejo, que ha sido amordazado por él; una melodía inunda el lugar: “Yo no olvido el año viejo… porque me ha dejao cosas muy buenas…”. Y mientras los honorables miembros de tan selecta familia, ya embriagados de vinillo azucarado, de auto-elogios y aplausos y, con el vientre lleno de tanto tragar natillas y buñuelos se disponen a eructar al unísono una melodía gutural digna del legendario Ubú Rey. Pero lejos de ese gran eructo sale una fétida y sonora flatulencia que hace reír a toda la audiencia: ja, ja, ja.

Muy temprano en la madrugada, todos han desertado el ambiente familiar: tan sólo quedan varias botellas vacías de vino azucarado sobre la mesa y en el piso. Una que otra vomitada en la alfombra del Padrino propiciada por sus más fieles escuderos, se mezclan con un olor a cigarro barato…  una foto del gremio familiar reposa sobre la chimenea donde aún, algunos carbones, persisten en calentar el espacio ya frío desde hace tiempo por tanto chiste flojo.

Son las vacaciones navideñas, reina un silencio sepulcral en Esfera Pública. Ni siquiera los Reyes Magos han tenido espacio en esta fiesta “pública”. Con sus camellos a otra parte, que ahora no hay nadie, pues los miembros de la familia se han tragado las doce uvas al sonar las campanas de media noche en el último día del año que terminó; y cuando el año nuevo comenzó, han realizado más promesas que un político, han maldecido a sus enemigos como si fueran sus propios hermanos, han soñado con una pasantía en las regiones, con un premio de crítica, pues “esta vez me toca a mí”, con una curaduría todo pago y los artistas que se vayan al carajo, con un puesto de profesor en una universidad de altura a 2.650 metros más cerca de las estrellas y, por supuesto con un diploma de magíster honoris causa de una universidad pública, sin hacer el más mínimo esfuerzo.

Yo también me comeré varias uvas y por cada uva que descienda en mi garganta, le acompañará un deseo. Por pura superstición no me atreveré a revelar tales deseos. Aunque pensándolo bien, sí revelaré uno sólo, el más preciado: deseo que Esfera Pública sea en verdad pública y por lo tanto sea regida por las reglas de lo público. Mientras este espacio siga siendo atravesado por la COSA NOSTRA, creo que no volveré a participar en él. Mientras tanto, felices fiestas!

Ricardo Arcos-Palma.
Madrugada del 9 de diciembre del 2010, a la hora donde todos, o casi todos duermen.

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