Vistazo Crítico 129: Rafael Lozano-Hemmer: signos e índices.


RAFAEL LOZANO-HEMMER: Signos e índices.
NC-arte.

Existe una particularidad en las obras que ponen en relación el arte y la ciencia: la interacción entre el espectador, que ya no es un espectador contemplativo y pasivo, sino un verdadero activador, que hace que la obra sea una experiencia corporal total, donde imagen y cuerpo crean nuevas relaciones perceptivas, que comprometen todos los sentidos. Tal es el caso de la exposición Signo e índices del artista Rafael Lozano-Hemmer, expuesta en la Fundación NC-arte en Bogotá, donde nuestro cuerpo como activadores es confrontado a una serie de obras, que interrogan y amplían nuestro campo perceptivo, limitado en ocasiones a la simple visualidad.

La exposición consta de cuatro obras, Basado en hechos reales, La media noche del año, Almacén de corazonadas e Índice de corazonadas. La primera de ellas, muestra un juego que invierte el papel de las cámaras de vigilancia, donde el observado, pasa a manosear la cámara y se deja fotografiar por ésta. El terror y sentimiento de ser vigilado que tanto denunciara Paul Virilio hace ya más de tres décadas, desaparece aquí por completo cuando la cámara es vulnerada por quien es consciente de su visibilidad y de su poder de activar o desactivar el dispositivo. Estos “autorretratos” nos dejan ver esa inversión radical de lo que yo he llamado “el desdoblamiento del punto de vista”[i], donde el papel predominante de quien mira se ve trastocado.


En la segunda, un “espejo” reproduce el torso y el rostro de quien se observa, como si se tratara de una imagen de identidad. De golpe el activador reflejado, se ve desprovisto de sus ojos, de los cuales sale una humareda como acentuando esa vieja idea, de que el alma escapa por los ojos o que estos son el reflejo del alma. El activador del dispositivo electrónico que se encuentra detrás del espejo (Alicia estaría feliz de ver esto), logra arrancarnos una sonrisa de emoción, al vernos despojados de mirada y ver como ella se esfuma sobre nuestra cabeza. Imagen casi mística, que nos recuerda, a Santa Lucía, nos dice Andrés García Larrota en el texto de presentación de la exposición. Nuestros ojos como los de la Santa ha sido arrancados de sus órbitas y dispuestos con los cientos de pares de ojos que ahora reposan en una base de datos. Pero todo esto por supuesto es solo ilusión.



La tercera obra insiste sobre el dispositivo indicial como huella digitalizada de la identidad. Cada activador, deposita su dedo índice en una receptor de huellas digitales, similar a los que hay en los aeropuertos, bancos y otros sitios sensibles donde la identidad digital es prueba irrefutable que somos quienes somos. Su huella, en este instante, comienza a hacer parte de un gran banco de datos, generando un mosaico en una pantalla. Esta obra pone al descubierto los dispositivos de control que existen en nuestra época, donde estamos “fichados” en un gran fichero luminosos de identidades. Fantástica imagen-huella que fusiona lo táctil, lo epidérmico y el sudor en un solo instante luminoso.
 

La cuarta y última obra, a mi juicio la más ambiciosa por su tamaño y lo que representa, es un complejo dispositivo lumínico que captura las pulsaciones del corazón. Nosotros activadores, nos subimos a un pequeño estrado y tomamos en nuestras manos un par de varillas. Estas son receptores de nuestras pulsaciones que alumbran un bombillo, el cual reproduce los latidos de nuestro corazón. Luego esa pulsación es incorporada al “almacén”, que no es otra cosa que un techo tapizado de bombillas, los cuales comienzan a prenderse  y a pagarse intermitentemente. Estas pulsaciones luminosas, me emocionaron mucho. Uno puede escuchar su corazón latir, pero ver como late su corazón, sobre todo cuando éste ilumina la penumbra es simplemente fantástico.  De hecho, nunca había visto latir mi corazón con tanta rapidez. ¿Será que estoy enamorado? Me pregunté sin dejar de sonreír. 

Ver como una instalación como esta nos arranca con tanta facilidad una sonrisa, ver la gente bajo esa techumbre de bombillas, mirando hacia arriba como tratando de ubicar los latidos de su corazón que ahora están acompasados con cientos de otros ritmos de corazones.  Al respecto el artista dice lo siguiente: “la idea de los ritmos repetitivos, de la música minimalista (…) es música que repite ciertos patrones pero como está desfasada, va creando resonancias y sonidos diferentes, lo mismo que cuando tu estás viendo la instalación; no solamente ves el centelleo de un corazón sino que ves un paisaje de corazones vitales que te rodean”[ii].

Sin lugar a dudas, esta es una de las mejores exposiciones que pude presenciar al terminar el año 2014 en Bogotá.



[i] ARCOS-PALMA, Ricardo. De la mirada al vistazo. El desdoblamiento del punto de vista. Ensayo & Error, Revista del Pensamiento Contemporáneo.  Bogotá, No.7 años 2000.
[ii]  LOZANO-HEMMER, Rafael. Propósitos del artista extraídos del video que realizó NC-arte para la exposición. https://www.youtube.com/watch?v=clXSUkB_Cxo#t=74

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