Vistazo Crítico 140: CUANDO LOS HUMANISTAS ACATAN AL PROCURADOR.



CUANDO LOS HUMANISTAS ACATAN AL PROCURADOR 
A propósito del caso de Miguel Ángel Beltrán y del rechazo de su reconocimiento 
académico por parte de un grupo de profesores de Ciencias Humanas
de la Universidad Nacional de Colombia.

Con sorpresa, el 18 de mayo, recibí un correo en mi buzón institucional. Dicho correo manifestaba su rechazo sobre un reconocimiento académico otorgado al Profesor Miguel Ángel Beltrán que como ustedes saben, ha sido encarcelado y juzgado, como parte de otro falso positivo que ronda a la Academia. Aunque respeto profundamente la postura de mis colegas de Ciencias Humanas, quedé muy desconcertado con lo consignado en esa carta que firman los que ustedes podrán ver al final de esta nota y que en menos de una semana se han unido otros más. Si bien dicen "no tomar partido", su declaratoria por la defensa de la institucionalidad, deja serias dudas y parecen situarse al lado de una anomalía que la comunidad universitaria internacional y los Defensores de Derechos Humanos, han denunciado frente al caso del profesor Beltrán. 

No es el momento para volver a debatir sobre si nuestro colega Miguel Ángel Beltrán es inocente o no, porque además en este momento paga condena en condiciones infrahumanas. Hay abogados que trabajan en ello y yo no entraré en ese desgastante debate. Pero si debo tomar postura frente, a lo que cualquier académico con sentido humanista consideraría una injusticia. Es la primer vez que veo en mis más de 20 años de ejercicio docente y 10 como docente de esta Universidad, que un reconocimiento académico se conteste de tal manera por colegas de una misma Facultad. Luego de la destitución arbitraria, desde mi punto de vista, de la que fue víctima nuestro colega y su posterior encarcelamiento, creo que es un acto digno, ético además de solidario, otorgarle tal reconocimiento a un intelectual que ha trabajado sobre temas tan punzantes como el conflicto armado en Colombia.

Claro las Ciencias Sociales y Humanas, han cambiado mucho, los académicos podemos trabajar sobre los carnavales, las cuestiones de género, remontarnos a Platón y al mito de la caverna y otras tantos temas seductores y postmodernos que serían dignos y menos punzantes y comprometedores, para un país en guerra como el nuestro que anhela encontrar la paz. Sin embargo, sí un grupo de académicos en cabeza de la Decanatura de la Facultad de Ciencias Humanas, decidió otorgarle el reconocimiento a alguien que hoy es víctima de la Justicia Divina en manos de nuestro Procurador, es más que meritoria pienso yo. Al parecer dicho reconocimiento ha sido contestado pues Beltrán no es un profesor activo, aunque la Decanatura ha reconocido su error y ha aclarado que se le ha otorgado un reconocimiento por ser uno de los egresados más insignes de la facultad.


Ahora bien, lo ideal es que Miguel Ángel Beltrán estuviera en su cátedra, generando controversia con sus estudiantes y colegas, pero está en prisión en condiciones poco dignas. Su libro: Las FARC-EP (1950-2015) Luchas de ira y esperanza, publicado durante su reclusión por ediciones Desde Abajo (2015), debería ser objeto de estudio y discusión por parte de sus colegas de Ciencias Humanas y, no caer en este tipo de manifestaciones públicas que desdicen mucho de la defensa del pensamiento crítico: defender una cierta legalidad e institucionalidad universitarias, frente a un reconocimiento académico que a mi juicio enfrenta con altivez un atropello de la justicia del Procurador que ha demostrado ser muy eficaz en cuanto a la defensa del Derecho Divino, es a mi juicio un despropósito y no puedo sino manifestar mi desacuerdo con esa carta.


Les comparto el siguiente link (http://www.las2orillas.co/cronica-una-clase-autonomia-universitaria-miguel-angel-beltran/)  donde aparece un texto escrito por una estudiante que tomó los cursos de Miguel Ángel Beltrán, quien seguro estaría muy orgullosa de este reconocimiento. En Argentina el Instituto Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires le otorgó un reconocimiento como "Director Honorario" de la revista Cuadernos de Marte. Revista Latinoamericana de Sociología de la Guerra, al saber de la persecución que comenzó en el 2009. Es de anotar que otros horizontes se han otorgado distinciones a intelectuales y activistas políticos que de una u otra forma se han visto perseguidos acentuando así la postura de la academia al manifestarse a favor de esos personajes y del pensamiento crítico. Por ejemplo el Honoris Causa a Cornel West 2004 o a Nelson Mandela en e 2005, los cuales pude presenciar antes de mi regreso a Colombia, otorgados por la Universidad de Paris 8. Para terminar como dijo Michel Foucault a propósito de Toni Negri: "A caso no está en la cárcel por ser un intelectual?". Esta sentencia se puede aplicar a un intelectual como Miguel Ángel Beltrán y yo felicito a la Decanatura de la Facultad de Humanidades por otorgarle dicho reconocimiento.



De otra parte, Carlo Tognato Director del Centro de Estudios Sociales de la Universidad Nacional quien lidera la carta, publicó recientemente en el portal la Silla Vacía, una nota titulada "Las venas abiertas de una sociedad semi-abierta" en la que intenta justificar el por qué de esa carta que ha generado malestar y el consiguiente debate en la comunidad universitaria. Lo que es interesante, en esta nota del profesor, quien tiene la pretensión de contribuir a construir un "horizonte de civilidad" después de la barbarie del conflicto armado, es que acata la postura del Procurador Ordoñez frente al caso Beltrán, como algo incontestable, algo problemático a mi juicio pues el Procurador ha dado muestras de estar del lado de la extrema derecha fascista en el país. Desde este punto vista me pregunto si mis colegas de Ciencias Humanas no se percataron que al rechazar ese reconocimiento académico pretendiendo defender una cierta institucionalidad universitaria, se estaban alineando problemáticamente del lado de una justicia que ha dado señales de estar muy viciada frente al atropello de los Derechos Humanos. 

Frente al texto de Carlos Tognato yo hago las siguiente reflexiones:

  1. El texto del Profesor Tognato en su columna de La Silla Vacía es muy significativo. Volver a insistir en la decisión del Procurador frente al caso del colega Miguel Ángel Beltrán, es a mi juicio muy desafortunado: "El miércoles de la pasada semana la Facultad de Ciencias Humanas celebró sus 50 años y homenajeó a docentes, pensionados y egresados. Entre ellos se le otorgó una distinción a Miguel Ángel Beltrán, quien estuvo vinculado al Departamento de Sociología hasta septiembre de 2014, cuando fue destituido de su cargo por orden del Procurador General, y sucesivamente, en diciembre del mismo año, fue condenado por el Tribunal Superior de Bogotá por rebelión a 100 meses de cárcel." 
  2. Lo que sorprende es que nuestro colega Tognato parece olvidar en qué país estamos viviendo, quién es el Procurador y a quienes representa. Por un lado el Procurador está en completo desacuerdo con el Proceso de Paz, ha dado muestras de estar muy cerca de la extrema derecha, es un personaje que ha atacado las reivindicaciones del movimiento gay y se ha opuesto al aborto entre otras y sin contar su sistemática persecución a los militantes de izquierda: Piedad Córdoba, Guillermo Asprilla (q.e.d.), Iván Cepeda y Gustavo Petro por no citar sino algunos. En este sentido frente al caso de Beltrán es un poco irresponsable aceptar la decisión del Procurador que como he dicho, está más interesado en defender el Derecho Divino que el Derecho Civil y pervirtiendo hasta las más claras reivindicaciones sociales insistiendo ahora con todo el descaro del caso, que la Resistencia Civil sirve hasta para oponerse al proceso de Paz, como no amparado en una cierta institucionalidad "dentro de los cánones que establece la Constitución". Mussolini no estaría muy lejos de este tipo de posturas. 
  3. ¿Por qué el Procurador si tendría razón en el caso del profesor Miguel Ángel Beltrán y estaría equivocado en los casos mencionados anteriormente? ¿O dicho de otra manera por qué razón confiar ciegamente en el Procurador? Yo hubiese tenido más precaución al defender la postura del Procurador, frente al caso Beltrán, en un contexto enrarecido, políticamente sobre todo si yo deseo impulsar "la reconstrucción de un horizonte de civilidad". Esto no es posible estimado Carlos Tognato con posturas tan ambiguas como la suya donde en defensa de una cierta institucionalidad universitaria, se sitúa al parecer del lado de uno de los personajes más oscuros de la historia política del país. 
El debate sigue abierto.


Ricardo Arcos-Palma

Docente investigador asociado en dedicación exclusiva.

Facultad de Artes.



A continuación la carta de los colegas de Ciencias Humanas. 


Objeciones a la distinción otorgada al doctor Miguel Ángel Beltrán por la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia: CARTA ABIERTA


Los abajo firmantes, docentes de la Facultad de Ciencias Humanas, hemos tenido en momentos diferentes de nuestra vida académica y profesional posiciones diversas sobre los temas de la relación entre la academia y la política, la academia y los procesos políticos contemporáneos en la vida nacional.

Hemos asumido de manera pública posiciones a favor de los procesos de paz, en particular del presente, a favor de los esfuerzos por mantener los diálogos de paz y alcanzar al fin los acuerdos de paz, reintegración, justicia y reparación tan necesarios para lograr avanzar en las metas de la equidad, justicia social y reconciliación nacional. Esta carta no puede ser, por tanto, interpretada como el reflejo de una postura  en contra de estos objetivos.

Esta carta tiene que ver con la defensa de la academia y del legado histórico de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia que este año celebra sus cincuenta años.

En el marco de estas celebraciones, la Facultad lanzó una iniciativa para reconocer “por su trayectoria académica y laboral y su aporte a la Facultad y a la Universidad” a docentes activos y pensionados. El día 17 de mayo del presente año se presentó la lista de docentes reconocidos. Entre ellos, en la sección de docentes activos, se incluyó a Miguel Ángel Beltrán, quien estuvo vinculado al Departamento de Sociología hasta septiembre de 2014, cuando fue destituido de su cargo por orden del Procurador General de la República, y sucesivamente, en diciembre del mismo año, fue condenado por el Tribunal Superior de Bogotá.

No nos corresponde tomar partido en relación con todos los procesos legales por los que ha pasado el doctor Beltrán, situación muy debatida en la Universidad Nacional de Colombia y también en múltiples reuniones del Departamento de Sociología. Tanto en la Universidad, como en el departamento se han expresado diversas y encontradas posiciones al respecto, si bien algunas de ellas, las menos favorables a la causa del doctor Beltrán, tuvieron menos resonancia pública debido a las incómodas asociaciones que podían tener estas posiciones, como si expresar dudas en este caso fuera equivalente a respaldar la censura o no estar de acuerdo con la libertad de cátedra, pensamiento e investigación, valores estos que son fundamentales en el mundo académico. La diferencia de opiniones sobre el caso ha estado presente, como corresponde en el mundo académico del libre examen de ideas.      

Esta carta quiere manifestar nuestro desconcierto frente al reconocimiento que recibe el doctor Miguel Ángel Beltrán como docente activo de la Universidad Nacional de Colombia, según la comunicación oficial a la Facultad por parte de la Decanatura. Esta decisión manifestada en esos términos en esa comunicación interna, una vez más, mina la institucionalidad de nuestra universidad y del estado de derecho (pues al presente la destitución efectuada por la rectoría está vigente, como también lo está la condena por el Tribunal Superior de Bogotá). En el marco de la celebración de los cincuenta años de la Facultad de Ciencias Humanas, extiende una sombra muy preocupante sobre el sentido de ese legado y sobre el mensaje que la facultad, y por defecto, la Universidad le envía al resto de la sociedad colombiana, sobretodo en una coyuntura en la cual se le pide a la sociedad asumir mayor compromiso con la universidad pública.

En esta carta también rechazamos la forma que llevó al otorgamiento de estos reconocimientos docentes (no nos referimos a los reconocimientos para el personal administrativo, que se regiría por otras lógicas), pues se procedió por nominaciones personales o colectivas, pero no por medio de deliberaciones de claustros de docentes, que para el caso de reconocer “legados” de la Facultad en sus cincuenta años hubieran sido más adecuados. Al tratarse de homenajear al cuerpo docente de la Facultad, en un balance de tantos años de historia, hubiera sido necesario alcanzar niveles de consenso y representación que unan y no dividan a las comunidades académicas. En un medio académico que se presta demasiado fácilmente a politizaciones e instrumentalizaciones sobre el sentido de la labor académica, y en el cual demasiadas veces grupos específicos han buscado avanzar sus visiones particularistas de la academia al servicio de la política, es fundamental que las decisiones en lo académico puedan resultar de procesos de deliberación pública en escenarios en los cuales las diferentes visiones puedan manifestarse y dirimirse en búsqueda de estándares comunes de calidad en línea con criterios básicos del mundo académico nacional e internacional.

No es la primera vez que en celebraciones de este tipo se busca imponer sobre la comunidad académica evaluaciones sobre el perfil científico y el legado histórico de sociólogos que quienes firmamos consideramos inspiradas por agendas políticas externas que nada tienen que ver con lo académico y al servicio de intereses que se originan afuera de la academia y que buscan colonizarla.

Esta defensa de lo académico se vuelve aún más urgente durante la etapa de post acuerdo y en el marco de procesos de reinserción de miembros de grupos insurgentes a la vida civil. Una universidad que se dejara ocupar por lógicas ajenas a lo académico faltaría a su misión histórica de formar capacidades en toda la sociedad colombiana al servicio del fortalecimiento democrático del país y de la consolidación de la paz y se transformaría en un mero órgano de propaganda y adoctrinamiento cuyo papel ya no sería la institucionalización del estado de derecho, sino el debilitamiento, esta vez directo y proactivo, de los ideales de una sociedad abierta y más democrática.

Bogotá, D. C., 18 de mayo de 2016

FIRMAN

Carlo Tognato
Departamento de Sociología       
Olga Restrepo Forero
Departamento de Sociología   
Víctor Manuel Gómez
Departamento de Sociología   
Fabián Sanabria
Departamento de Sociología   
Alexis de Greiff
Departamento de Sociología   
Oscar Iván Salazar
Departamento de Sociología   
Estela Restrepo (pensionada)
Departamento de Historia
Myriam Jimeno Santoyo
Departamento de Antropología
Ángela Uribe Botero
Departamento de Filosofía
Lisímaco Parra
Departamento de Filosofía
Jaime Ramos
Departamento de Filosofía
Germán Meléndez
Departamento de Filosofía
José Antonio Amaya
Departamento de Historia
Yuri Jack Gómez Morales
Departamento de Sociología
Marisol Lamprea
Departamento de Psicología
Germán Gutiérrez
Departamento de Psicología
William Duica
Departamento de Filosofía
Juana Reyes
Departamento de Lenguas Extranjeras
Juan José Botero
Departamento de Filosofía
José Daniel Pabón
Departamento de Geografía
Rodolfo Suárez
Departamento de Lenguas Extranjeras
Carmen Elvira Navia Arroyo
Departamento de Psicología
Porfirio Ruiz
Departamento de Filosofía
Javier Sáenz Obregón
Departamento de Sociología
Ignacio Ávila
Departamento de Filosofía
Arturo Clavijo Álvarez
Departamento de Psicología
Fernando Cubides (pensionado)
Departamento de Sociología
Jaime Arocha (pensionado)
Departamento de Antropología
Raul Meléndez
Departamento de Filosofía



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